Tener Socios

¿Cuántas veces no hemos estado en esa plática con los amigos, los primos y empezamos a idear un negocio? Todo mundo se vuelve loco por la idea, empiezan a divagar pero de entre todos los que estaban ahí solamente dos realmente se interesan y deciden darle una oportunidad al negocio.
Todo parece genial, sin embargo, en este escenario el riesgo radica no en el negocio en sí, sino en los socios. Y quedamos en que vamos a tratar de reducir el riesgo. Y si el riesgo son los socios entonces vamos a trabajar en ello.
Resulta que las reuniones de amigos son geniales para recordar cosas del pasado, volver a revivir las aventuras de la preparatoria o la universidad. Pero también se trata de ver qué tan diferentes somos. Y es aquí donde radica el punto. Cuando se hicieron amigos de esas personas, tal vez fue en la preparatoria donde las responsabilidades eran similares. Estudiar o, mejor dicho, tratar de no reprobar.
Pero 10 años después de eso, algunos ya tienen hijos, algunos tienen un trabajo seguro, algunos tienen dos divorcios encima. Algunos siguen de solteros viviendo la vida loca. Ahora imagina que se junta el divorciado con el que vive la vida loca. Las prioridades para ambas partes serán muy distintas. Lo son en la vida y lo serán en la visión del negocio, en el reparto de utilidades, en el salario, en el tiempo en que van a dedicar al negocio, etc.
Tenemos que trabajar también en saber a quién queremos de socio y a quién queremos de amigo. No digo que los amigos no puedan ser socios o que los socios no puedan ser amigos. Pero resulta indispensable poder ponerse de acuerdo antes del negocio y no con los abogados.
Leí en algún lado y me parece sensata la idea. “Los negocios que empiezan entre abogados terminan con amigos. Y los que empiezan entre amigos terminan con abogados.”
La pregunta entonces es ¿Cómo elegir un socio (en caso de necesitarlo)?
en la siguiente entrada lo analizaremos.